Monumental Plaza de Las Ventas

Ya andas hacia tus cien años y cada día estás más guapa. He de decir que durante el invierno apenas vengo a verte y que me duelen mucho los novios que te andas echando, que te ponen en contra de los que más te quieren y que llenan tu interior de pobreza humana. Aunque yo sé que eres sensible, de altiva voz, de noble trato; y sé que nunca olvidaremos lo que tú fuiste: dueña de un destino glorioso, eternamente vivo en las canas que ya acumulas y que muero por volver a acariciar a pesar de que sea muy de tarde en tarde. Nada me recuerda más que tú el torero de arte y miedo que de pequeño quise ser. Con un trapo en la mano y con una espadita mosquetera saliendo desde mi corazón iba estoqueando todos mis miedos, uno a uno, con poca habilidad, mucho arrojo y con el convencimiento de que aquellos besos siempre vivirían conmigo porque, ciertamente, están más vivos que nadie . Las mujeres, como el toreo, como tú, siempre al natural, con la melena suelta, la cabeza alta y con esa mueca de alegría tan tuya hasta en estas lluvias del más frío invierno.

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