Los que fuimos porteros de fútbol lo fuimos y lo seremos siempre dentro y fuera del césped, ya que algunas tardes uno tiene ganas de que llegue el último minuto desde que empieza el partido, aunque a veces, después de alguna parada sin encajar gol, uno desee que ese minuto jamás termine. Felicidad tiene nombre de Cristina, el hilo dorado que tiñe de alegría todos mis vaivenes.
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