VEGANOSEXUALES, MANDA HUEVOS...


Jose, bendita sea tu fabada...

   Ya va avanzando este nuevo milenio y si de algo estoy de acuerdo es de que cada día hay más gilipollas al cuadrado por metro cuadrado que trozos de oreja a la plancha ponen en una ración del Puerta Grande, mi tercera casa. Hace unos días choqué fortuitamente con esta noticia del diario El País (https://elpais.com/elpais/2016/07/30/buenavida/1469876247_478512.html), como si de comer un solomillo poco hecho en un miércoles de ceniza se tratase, y héteme aquí, recién abrumado por una fabada de las que luego obligan a uno a una siesta de las de mantita y calendario. En primer lugar, como marxista ecléctico que soy, diré que esto es la leche, que hay que cortar la financiación que unta a esta panda de sectarios del sexo con previa solicitud del DNI y de la tarjeta de acreditación de afiliación vegana, que no quieren follar con uno que sea diferente a ellos aunque sean más frescos que una lechuga. Pues ya les vale, que de este cocido yo ya no salgo de mi asombro sin montar el pollo...
   Que conste que hasta admiro, tampoco mucho, a los veganos por su noble voluntad y hasta creo que tienen parcialmente razón en sus convicciones, pero creo que llegar a esos extremos solo está al alcance de percebes humanos, que tienen en donde se situaría su cerebro sólo aparato sexual y que sólo piensan con lo único que tienen en su cuerpo sin importarles un pimiento que hay ciertos hábitos difíciles de cambiar en una sociedad que avanza a pasos más lentos que los míos después de meterme unos callos a la andaluza entre mi estómago de trillizos y mi espalda de Quasimodo.
   "Cementerio de animales" somos a sus ojos los carnívoros, los que seguimos el primer instinto que nos hace humanos: el cazar (hogaño, acercarse al súper) y comer (hogaño, casi siempre, calentar en el micro las albóndigas con salsa de tomate y guisantes), rutina esencial de casi todos, desde el que está como un queso hasta el más fideillo. Pero qué mala uva tiene esta peña... Les parecerá bonito mezclar el pan y la sal con los polvos entre el atún y el carpaccio; entre la almeja de las Islas Cíes y el chopped pork del Sánchez Romero.
   ¿Qué tendrá que ver el apetito alimenticio con las cosas del comer? A estos no les gusta ni la carne ni el pescado en ninguna de sus formas y hasta dan calabazas a todo kiski que se dedique a tales actitudes hedonistas. A mí se me parecen bastante a personajes de La vida de Brian, de los que, en vez de comer morros de nutria y pezones de loba, solo aceptan como ética gastronómica alimentos no imperialistas, en este caso, hombres y mujeres veganos, sin aditivos de ningún tipo. Que no, que naranjas de la china, que a mi Cris, mi media naranja, la menestra le sale como si fuese casera... Al pan, pan; y al vino, vino.
    La pena que se van a llevar cuando después de nueve meses, kiki a la receta vegana mediante (no sé si pondrán toda la carne en el asador, pero seguro que se deleitan hasta el sonrojo con las especias...), salga por ahí abajo un trozo de carne bastante abultadito y le pida a la madre unos chupitos de sus fluidos lactantes.



Comentarios

  1. Muy bien los veganos, ¿pero quién piensa en las hortalizas? No hay derecho, pobres tomates.

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    1. Jejejejeje Yo, cuando jugaba de pequeño de portero de fútbol, comía mucho más césped que goles paraba. El fútbol es el opio del Pueblo Vegetal jejejeje Un abrazo y gracias por comentar.

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