UN REGALO DESDE EL CORAZÓN COLCHONERO DE MI AMIGO PACO




   Aún sigo con la garganta hecha un nudo desde el domingo. El caso es que, como bien dice Joan Manuel Serrat en una de sus míticas canciones, "de vez en cuando la vida nos besa en la boca". Y de qué manera...
   El domingo por la tarde quedé con mi amigo Paco para acudir a ver en directo desde el estudio de grabación con nuestros amiguetes colchoneros de Forza Atleti el partido Atlético-Sevilla, de memorable recuerdo, además de que íbamos a participar juntos en el programa y de que se entreveía, en las intenciones de mi partenaire y también en las mañaneras palabras de mi Cristina, que la noche iba a tener más de una sorpresita...Y así fue. A mitad de programa, se dispuso a coger su mochila mientras por señas yo le recordaba que por el micrófono se escuchan hasta nuestros resoplidos más silenciosos. De pronto, veo que Rafa, al que tenía justo en frente, saca el móvil y se pone a grabar; y que Paco comienza a sacar con sigilo un regalito. Y sí, era para mí. 
   Como bien sabéis, soy bastante llorica, pero me quedé en un estado de tanta estupefacción, agravada por los nervios de estar en directo, que pude acallar mi llanto aunque hubo alguna lagrimilla que no pude contener. ¡Era una camiseta del Atleti con el escudo, con nuestro escudo, firmada por los jugadores que tanto admiramos, junto con un lema que rezaba: "Para Emilio"! Atónito me quedé, como el niño que soy, que somos, cuando ve que ya han llegado Los Reyes a su salón. 
   Mil gracias, Paco, por este momento, por tantos y tantos maravillosos instantes que en el camino de nuestra amistad han quedado imborrables. Aquel capote de Julio Aparicio que me regalasteis mis amigos, aquella bellísima tarde y aquella feliz noche -la más bella que he vivido como colchonero- del 17 de mayo del 2013 en la que volteamos la Historia, vencimos con imperecedera fe cristiana a todos nuestros demonios y nos aupamos campeones en casa de nuestro eterno rival con mucha pasión y también con muchas lágrimas, que han quedado grabadas en la memoria más profunda de nuestra alma. Aquella llegada de nuestros guerreros al estadio junto a nuestra amiga Cris. Hice bien en no emborracharme y ni probé una gota de alcohol, aunque tenía pensado hacerlo antes del partido para no sufrir tanto si palmábamos jejejeje. Aquel paseíllo rumbo a Neptuno toreando -me arrimé bastante más que la mayoría de los toreros jejeje- con mi bandera los blancos taxis y aquella vuelta a Ciudad Lineal, en donde aparcaste el coche, cerca de casa de mis padres, en la que a través de la narración de nuestras vivencias colchoneras, de la vida, que es exactamente lo mismo, nuestra amistad quedó firmada con letra de Sabina, ternura de Machín y métrica de Baudelaire. 
    Un abrazo, Paquito, y, de nuevo, gracias por tu amistad, por ser tan niño como yo, porque el Atleti va con nuestra forma de ser, ya que, a pesar de tantas derrotas y tantos desengaños, siempre seguiremos siendo adictos al balón envenenado. Qué manera de soñar, qué manera de palmar, qué manera de vivir...




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