FUMAR


Llevaba ya unos cuantos meses sin escribir por aquí y me dije, coño, estoy sin tabaco. Con un catarrazo de aúpa, me dispuse a bajar al bar. Cualquiera sube hasta el estanco, que en este pueblo todo lo importante está en cuestas. Más dinero invertido en la maquinita para que me dé otro paquete de casi de todo lo chungo que se puede envolver en papel junto con la nicotina, otra hojita que si nos la dio Dios sería por algo. "Ya has caído otra vez", me digo mientras abro con agilidad el precinto que separa la ansiedad de este placer nocivo, un gozo ligado a su vez a los deleites alimenticios, siendo el tabaco su trincherazo venial. El cigarro del desayuno con el café y su respectiva rima, el del almuerzo, el de la merienda, el de la cena y el del después. El de después de follar, digo.

Veinticuatro de diciembre, fum, fum, fum.  Acabo subiendo al estanco. Voy a regalar a mi padre un romeoyjulieta, que sé que le hará ilusión. Que sean dos. Los pulmones me arden y el cabolo me oprime de tanto humo y gas.  No me puedo quejar, físicamente llevo media vida renovándome y por fortuna aún me dejan entrar hasta en Madrid Central. Combustible no me falta, aunque el vapear se fue a acabar y acabó rápidamente con mis ganas de dejar de fumar, una manera miedosa de burlar a la muerte en cada calada, de suicidarse imprudentemente y con presunción de inocencia poco a poco y bajo voluntad propia.

Tantos años humeando para que con la pérdida progresiva del sentido gustativo uno ya deje de distinguir el sabor que al comienzo asociaba con cierta facilidad a cada marca de cigarrillos. Es como el reguetón. Basta con probarlo una vez para hacerse a la idea. De lo que sí estamos convencidos los fumadores es de que el tabaco mata, aunque los no fumadores, los fumadores pasivos -sujetos que tienen la enorme suerte, aunque no lo agradezcan, de fumar de nuestro tabaco y sin pagar impuestos- y el Estado -que nos vende el producto, que se beneficia de esto bajo altísimos impuestos y que luego nos viene con que si la abuela fuma...- no dejen de repetírnoslo. Cáncer, tos, cáncer, impotencia (dependerá, me imagino, de si tienes un puro o un pitillo), riesgo cardiovascular, cáncer, envejecimiento de la piel, deterioro pulmonar, cáncer, cáncer, etc. Y cáncer. Señores: sufrimos de tabaquismo pero ni nos da lo mismo ni nos da igual nuestro mal, tal cual.
Espera, Cris, que ahora entro cuando acabe el cigarrillo.



Comentarios

  1. Buen post amigo! Se agradecen siempre estás lecturas del s.XXI, no dejes de deleitarnos más de vez en cuando en este 2019!
    Un abrazo,
    Ruth.

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    1. Muchas gracias, amiga. A ver si sigo con ello con la misma constancia con la que empecé. Un abrazo.

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